Contenidos violentos, audiencias violentas
Desde que se implantaran en las sociedades desarrolladas los medios de comunicación de masas, han constituido un pilar en los procesos de socialización secundaria de los individuos. El medio al que acudan dependerá fundamentalmente de la edad y de concepciones ideológicas y sociales. La información que se da a través de los medios es siempre el epicentro de un terremoto con constantes réplicas. La fiabilidad de las fuentes, la tendencia política, la manipulación y la objetividad son conceptos que siempre se ponen en duda, y tal vez, con mayor acento en la prensa escrita. Al fin y al cabo, los periódicos son leídos por adultos y esa información que llega a la opinión pública es criticada día a día, sin embargo, nadie critica los contenidos informativos o de entretenimiento que reciben un grupo con mayor exposición mediática: los niños. La sociedad parece haberle perdido el respeto al logotipo +13. Puede que un adulto distinga una noticia con tinte ideológico de una más objetiva, tarea fácil, se consigue leyendo dos periódicos distintos. Pero los niños no tienen la capacidad de discernimiento de los contenidos tan definida, sobre todo, si su exposición a éstos es reiterada.
La televisión es conocida como “el rey de los medios”, tiene un 90% de penetración y es la más cotizada como escaparate publicitario porque ningún otro medio ofrece las mismas garantías.
A efectos prácticos requiere bastante atención por parte del espectador, la radio sin embargo permite hacer otras cosas a la vez de su escucha. Pero, una vez concedida la atención a la pantalla: imágenes, texto y sonido conjugados para no apartar la mirada. La televisión se sirve de estrategias para fidelizar espectadores y prácticamente el consumo de televisión es el mismo durante todo el año. La marca histórica se alcanzó en 2008 con 227 minutos por día y por persona, según Sofres.
Otros datos, algo más escalofriantes… en octubre de 1993 en Francia tres escolares de 9 y 10 años participaron del linchamiento mortal a un vagabundo. En Alemania tres alumnos de escuela primaria intentaron colgar a un compañero. Un año más tarde en Noruega, una niña de de 5 años murió después de ser golpeada por tres niños de 5 y 6 años, según un ritual emitido en la serie “Power Rangers”.
Pueden parecer casos aislados y de alarma innecesaria, tal vez no haya una conexión directa con las emisiones en televisión ¿no? Por si acaso la Asociación americana de psicología hizo un estudio y halló, que durante los 5 años que dura la escuela primaria un niño ve más de 8.000 asesinatos y más de 100.000 actos violentos. Estos resultados impulsaron a las cadenas como ABC, CBS, NBC y FOX ha suprimir parte de las emisiones violentas de su programación.
En una encuesta que realizó el semanario Le Point se contabilizaron las escenas violentas que se emitieron durante una semana del año 1998, en la actualidad, doce años más tarde seguro que las cifras han aumentado: 670 homicidios, 15 violaciones, 848 peleas, 419 fusilamientos, 14 secuestros, 32 tomas de rehenes, 27 escenas de tortura y 11 de guerra, más un largo etcétera. Sorprendentemente, resulta que entre los programas más violentos de la televisión están los informativos lo que dramatiza aun más la situación, no solo por la crudeza de las imágenes sino porque los niños saben que lo ven ocurre de verdad, es la realidad. Todavía se puede pensar que si los niños solo vieran programación para niños (cosa que nunca ocurre) se evitaría la recepción de estos contenidos, sin embargo no es así. Algunos dibujos animados son de buena calidad, otros se reducen a simplezas, cargados de prejuicios y también violentos. En los dibujos animados que se emiten en EE.UU. se han contabilizado 41 actos de violencia por hora. George Grebner, profesor de la Universidad de Pensilvania y especialista en violencia de la pequeña pantalla explica: La exposición reiterada a la violencia vuelve al público ansioso y desconfiado, le hace exagerar los riesgos de agresión en su medio. Cuantas más emisiones violentas vean los niños, más aceptable les parece la violencia y más les produce placer. Les cuesta discernir lo verdadero de lo falso.
EE.UU. posee una de las televisiones más violentas del mundo. Entre 1981 y 1990 las detenciones de jóvenes aumentaron un 60%. Si se analiza una franja de población mayor en edad nos topamos con que el relevo de la televisión lo han tomado los videojuegos, inspirados en guerras reales como Bosnia o Afganistán, una forma de entretenimiento en la que pulsar un botón conlleva matar a una persona en la ficción. ¿Dónde está el límite de la ficción? ¿Por qué las cifras de delitos cometidos por niños y jóvenes no paran de aumentar? Tal vez el principal artífice de un proceso de socialización proyecte contenidos que inviertan los roles, procesos demoledores contra la moral. Además, los países analizados son las potencias mundiales: EE.UU., Francia, Alemania, resulta llamativo que esos acontecimientos ocurran en los países con más medios, mejor dotados, más desarrollados y con menos conflictos.
Lamentablemente al tercer mundo no le hace falta un videojuego para simular una guerra, y en el primer mundo, a nadie parece interesarle el exceso de violencia al que los niños están expuestos.
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